lunes, 19 de marzo de 2012

Las palabras y las ideas: la misteriosa sustitución de las cosas por las palabras



El hombre se halla situado ante mil estímulos acuciantes; la naturaleza, las ideas, los demás hombres, que despiertan su voluntad y lo incitan a mil reacciones. Lo apremian con una incesante sucesión de sorpresas, de noticias, de iluminaciones y de conocimientos promoviendo en él una expectante admiración o una apasionada protesta, un impulsivo entusiasmo o una manifiesta repulsión hacia las cosas. Y es precisamente esta mutua y abigarrada relación entre el hombre y su mundo lo que determina su vida y su manera de ser, de ahí que el lenguaje, siendo la manifestación de la personalidad, lleve involucradas influencias psíquicas de toda índole.
Pero, si bien son muchos los factores sentimentales que actúan sobre la expresión, sólo al servicio de la inteligencia se halla su razón de ser, puesto que lo que verdaderamente constituye el lenguaje es el símbolo, el significado.
En realidad, el lenguaje es un instrumento que sirve para fijar y formular los resultados de la actividad de nuestra inteligencia. El conocimiento al apresar la realidad supera las sensaciones puras, establece relaciones, distingue, generaliza, abstrae y se llena de conceptos. En este sentido, el lenguaje es para él un útil práctico, pues le ayuda a organizar el mundo de las cosas. Mas para esto se hace necesario un sistema de signos. Así el hombre sustituye los hechos y esta representación se hace de modo tan perfecto, que en el uso de la lengua tales palabras llegan a identificarse totalmente con lo que representan. Cuando oímos, por ejemplo, caballo, bosque, perro... todos estos seres son evocados en nuestra mente con una intensa actualidad real.

En el niño no aparece la facultad lingüística mientras no tiene conciencia de determinados sonidos, las palabras que oye a su alrededor, en boca de sus padres, son distintas de las demás porque poseen una función representativa de las cosas a que se refieren.
Pero no podemos olvidar que la esencia del lenguaje radica en el valor social, en la perfecta correspondencia entre la expresión y la comprensión. Y no basta esta función de sustitución si este signo no es válido para los demás, si cuando yo digo caballo, refiriéndome al animal de este nombre, no consigo que los que escuchan imaginen uno de la misma especie, pues lo que hace el lenguaje es la conjunción e identificación del signo mental de cada uno de nosotros con el signo social válido para todos.

Así pues puede ser considerado desde tres puntos de vista igualmente válidos:

 El lenguaje en función de símbolo de la realidad.
 El lenguaje como expresión de la actividad intelectual y afectiva del hablante.
 El lenguaje como evocación de la realidad ante el oyente, cuya
inteligencia nutre y cuya sensibilidad afecta.

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